Disponer de una vivienda favorece la vida independiente y la propia inclusión social de las personas con trastorno mental grave. Y los Pisos Tutelados suponen una alternativa normalizada y comunitaria frente a los recursos residenciales.
Hermanas Hospitalarias Navarra cuentan actualmente con quince de estas casas, catorce de ellas gestionadas por la Clínica Psiquiátrica Padre Menni y la última por el Centro Hospitalario Benito Menni- Benito Menni Ospital Zentroa, situado en Elizondo.
Sara Lizaur, psicóloga y responsable de los Pisos Tutelados y del Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS) de Pamplona, lo afirma contundente: “En estos momentos, la intervención de la salud mental se orienta a este modelo de recursos. Se trata de que la persona usuaria sea el centro de la intervención. Se procura hacer una atención alineada con los valores, deseos y preferencias que tiene el o la persona usuaria y acompañarla en esa consecución del proyecto de vida”.
En los catorce pisos de Pamplona, ubicados en el barrio de la Rochapea, a excepción de uno que se encuentra en la localidad de Berriozar, conviven 51 personas usuarias en grupos de tres o cuatro, diferenciadas por sexo. Es la comisión de Trastorno Mental Grave la que decide la idoneidad de cada caso, ya que las viviendas están dirigidas a personas con problemática social derivada de trastorno mental grave en situación de estabilidad clínica que requieran soporte social sustitutivo, con cierto grado de autonomía.
“Tienen atención las veinticuatro horas, pero los profesionales no están ahí in situ. Por lo que deben acudir ya con cierta autonomía y, por supuesto, voluntariedad. No se concibe que estén aquí de forma forzosa”, explica Lizaur.
En cuanto a su organización, todas las viviendas desarrollan un planning semanal que detallan con la ayuda del equipo formado por auxiliares de enfermería, integradores sociales, un terapeuta ocupacional, un trabajador social, un psiquiatra y la propia psicóloga Sara Lizaur. Los profesionales acuden diariamente a los catorce pisos y supervisan a los usuarios, siempre respetando su intimidad. La atención está muy individualizada a cada situación, cada individuo y recinto convivencial. El objetivo es potenciar “su independencia y hacerles sentir participes de la sociedad”, recalca la responsable.
Además, otro fin primordial que marcan desde Hermanas Hospitalarias Navarra es romper con el estigma que rodea a la salud mental. Para ello, realizan diferentes actividades con la intención de fomentar la participación social de las personas usuarias. Asimismo, este último mes y aprovechando la festividad del barrio, asistieron a los festejos populares siendo partícipes del concurso de calderetes o los pintacaras. Todo ello con el propósito de visibilizar, normalizar y generar contacto con la ciudadanía.
El día a día en los pisos tutelados
Las personas usuarias de los Pisos Tutelados viven su día a día “como tú o como yo”, asegura Lizaur. Pueden alternar diferentes ocupaciones: acudir a las actividades del CRPS, a los Centros Especiales de Empleo (Tasubinsa, Elkarkide) o a distintas asociaciones de ocio como Anasaps (Asociación Navarra para la Salud Mental). “Se trata de conectar con lo que quieren hacer, de orientarlas y que tengan un propósito”, subraya.
Testimonios
“Me levanto, me ducho, desayuno y me voy a dar un paseo”. Así comienza un día habitual de Miriam, de 57 años. Entre las doce y la una del mediodía vuelve a casa a esperar a los proveedores del reparto de comida, ya que ella es la encargada de distribuir los alimentos entre sus dos compañeras de piso.
Por las tardes dispone de tiempo libre, que ha decidido ocupar acudiendo a la Clínica Psiquiátrica Padre Menni (lunes y jueves) para realizar labores de etiquetaje de material y ropa, acompañada por el terapeuta Eduardo. “Ponemos los nombres de las prendas de ropa de las personas usuarias y de productos de mantelería o higiene personal”, explica Miriam.
Antes de trasladarse hace un año y dos meses a su piso de la Rochapea, Miriam fue residente en la Clínica Psiquiátrica Padre Menni. Al comparar las dos opciones, destaca que ahora tiene más libertad en materia de normas y horarios. “Es como si viviera en un piso normal”, concluye.
Óscar, de 49 años, ha pasado por seis viviendas y, actualmente, vive con dos compañeros en el piso más autónomo y más lejano, el de Berriozar. Anteriormente estuvo en el centro de Elizondo, pero desde que se trasladó a Pamplona lleva muchos años conviviendo en este tipo de hogares.
“Estoy muy a gusto. En piso mucho mejor. Más tranquilo, puedo hacer mis cosas con libertad”, incide. El pasado mes de mayo, sin ir más lejos, viajó a Huelva con su pareja para disfrutar de unas vacaciones organizadas por Anasaps (Asociación Navarra para la Salud Mental). “Nos lo pasamos de maravilla”, rememora.
En su rutina diaria, Óscar es el chef de la casa. Prepara un menú variado y equilibrado entre “legumbres, verduras, pasta… de todo un poco”. Además, durante el invierno, tanto por las mañanas como por las tardes, acude a Anasaps para realizar actividades de cocina, informática…